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Restaurante Papalino en los años '70

Nuestra historia

Historia de tradición y calidad

En el corazón de Borgo Pio, a unos pasos del Vaticano, se encuentra el restaurante Papalino, un rincón de historia y tradición gastronómica. Su fundación se remonta a 1970, cuando Romolo Scialanga y su esposa Teresa Salvi decidieron adquirir una antigua torrefacción con sala de billar. Con dedicación y pasión, transformaron aquel establecimiento histórico e un punto de referencia de la cocina romana.

 

El nombre Papalino no es casualidad. La proximidad al Vaticano y la posición en el barrio Borgo han inspirado la elección de un nombre que evoca la conexión con la Santa Sede. La referencia a Papa Lino, primer sucesor de San Pedro como obispo de Roma, rinde homenaje no solo a la historia milenaria de la ciudad, sino también a su profunda espiritualidad.

 

La historia de Papalino está entrelazada con la del barrio: en los años ’60, Borgo Pio era un animado centro artesanal, poblado por familias y tiendas históricas. Romolo, poniendo en practica la experiencia adquirida en sus experiencias anteriores, transformó el local, hasta entonces utilizado como cafetería y sala de juegos, en un restaurante donde la tradición de la cocina romana se encontraba con la innovación, siempre respetando la calidad y la autenticidad de los ingredientes. Con dedicación y pasión, Papalino se convirtió e un punto de referencia para los residentes y conocedores de la cocina romana.

Restaurante Papalino en los años '80

A lo largo de los años, Papalino ha evolucionado, ampliando la oferta desde el desayuno hasta la cena, manteniendo siempre la calidad y autenticidad de la cocina italiana. Entre los platos más populares está la Amatriciana, preparada según la receta tradicional de la familia Scialanga, que le valió a Romolo un certificado de benemerencia de la ciudad de Amatrice, reconocimiento de su maestría en preservar y promover este plato icónico.

 

Hoy Mauro lleva adelante la herencia familiar, continuando proponiendo platos de la tradición romana y italiana con el mismo amor por el territorio y la cultura que han caracterizado desde el principio el trabajo de sus padres.

 

Romolo y Teresa nos enseñaron que una comida no es solo comida, sino también historia, cultura y convivencia. El restaurante Papalino continúa celebrando estas tradiciones, acogiendo a nuevos y leales clientes con la misma pasión de siempre.

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